Hola amigos, espero estén teniendo una
maravillosa semana. Hoy quiero hablar de un tema muy importante para mí, la
obesidad. Supongo que no solamente yo pienso eso sino el mundo entero ya que la
Organización de las Naciones Unidas considera a la obesidad como “la enfermedad
epidémica no transmisible más grande del mundo”.
Tal vez desde hace millones de años, se pueden
encontrar datos sobre la obesidad ya que, inicialmente era una forma en la cual
los primeros seres humanos podían reservar energía para sus grandes viajes
durante la etapa nómada. Digamos que, su grasa les permitía sobrevivir durante
este tiempo. El problema comienza cuando el ser humano se establece en
comunidades y deja de ser nómada, pero sigue acumulando “reservorios” sin
necesitarlos.
A lo largo de la historia podemos ver que la
obesidad ha sido representativa de algunas culturas como un dato de bienestar
(los grandes reyes), fuerza, fertilidad y aún atractivo físico. Aún hoy en día,
algunos pueblos (oh sí, lo recuerdo en mi Servicio Social) consideran a la
obesidad como símbolo de riqueza y/o estatus social (en mi pueblo creían que el
mejor pueblo era aquel que alimentaba mejor a su médico pasante… engordé 7 kg).
Entonces, si durante años no fue un problema la
obesidad ¿cuál es el problema ahora? ¿es una moda? Desgraciadamente la obesidad
no significa estar sano o bien nutrido; muy por el contrario es un factor para
enfermedades cardiovasculares, infartos, hipertensión arterial, diabetes y aún
para lesiones osteomusculares. Además se ha detectado que, conforme existe un
aparente desarrollo social, aumenta la obesidad. De allí que países
desarrollados como EUA, Inglaterra, Australia y España tengan tan elevado
índice de obesidad. Se estima que actualmente existen 1.6 billones de personas obesas o con sobrepeso
en el mundo; un crecimiento del 40% en 10 años.
Pero México, pese a no ser una potencia
mundial, permanece en los primeros lugares de obesidad. Tal vez por allí verán una tablita de dibujos
donde dice que México es el segundo lugar en obesidad a nivel mundial. Eso es
cierto a medias. México, es el segundo país LATINOAMERICANO en la lista y el cuarto
lugar en obesidad INFANTIL (detrás de Grecia, EUA e Italia). Actualmente el
68.1% de mexicanos padece de obesidad o sobrepeso. Cabe decir que el estado con
mayor obesidad infantil es Sonora donde, hasta el 2006, el 40% de los niños y
el 35% de las niñas tenían sobrepeso u obesidad.
Pero… ¿dónde empieza el problema? Creo que
desde el nacimiento. Existen muchas falsas ideologías que han prevalecido con
el tiempo como pensar en dar atole a los niños para que “crezcan sanos y
fuertes” o que “un niño rollizo es más sano que un niño flacucho”. Otro más en
mi consulta incluye pensar que “los michelines son niños más sanos y felices” o
que “no se debe dar agua simple a un niño sino jugo o té”. Todos éstos, son mitos que han ido elevando
año con año a la población obesa a lo cual se agrega la falta de actividad
física asociada al uso de videojuegos y TV.
Ahora bien, ¿qué es la obesidad? Es un
trastorno de acumulación de energía en forma de grasa corporal en relación con
el sexo, talla y edad. El sobrepeso, por su parte, nos habla de un mayor peso
corporal al esperado acorde a sexo, talla y edad. En adultos es más fácil detectarla
ya que utilizamos la fórmula “mágica” del IMC = peso/talla2, donde
un IMC entre 25 y 29.9 es sobrepeso mientras que un IMC mayor a 30 implica
obesidad. En niños no es tan sencillo ya que nos basamos en tablas de
crecimiento y peso por edad, talla y sexo.
¿A quién puedo culpar? Bueno, la obesidad es
una enfermedad llena de factores donde ni uno solo es un factor único. Cierto
es que la genética tiene una fuerte influencia (padres obesos hijos obesos),
pero no el único responsable. Los hábitos alimentarios en casa tienen mayor
poder. Permitir el consumo de comida chatarra, grandes porciones, comida fuera
de los horarios, son varias de las causas asociadas.
Como comenté previamente, empezar
sobrealimentando a un niño para evitar llantos y berrinches o pensando que un
niño michelín es más sano inicia un círculo sin final.
El disminuir la actividad física ya sea porque
no hay clase de deportes o porque es más divertido quedarse a jugar en casa que
salir en bicicleta convierte al niño en una pequeña “patata de sofá”.
Algo que me queda bien claro es que el niño obeso,
en su mayoría, será un adulto obeso con mayores riesgos de salud. El primer
paso para poder combatir la obesidad es convencernos de que existe y que es un
problema enorme. Cuando yo era niña, en mi año escolar solo habíamos dos niñas
gorditas (me incluyo). Actualmente pensar que de cada 10 niños 4 tienen
sobrepeso u obesidad es terrible. Desde estos momentos, podemos ya pensar en
severas complicaciones para el niño. En mi consulta, encuentro ya niños con dolor
de rodillas, pies y espalda asociados a sobrepeso. Además, en esta época en que
podemos hablar del bullying, está comprobado que un niño de 7 años ya es capaz de
distinguir y separar a sus compañeros de juego basándose en las características
físicas lo cual ocasiona una baja autoestima al final en el niño obeso quien
sobrevive con palabras como “gordito, cerdito, cosa” y otras aún peores y, que
a su vez generan alteraciones en el comportamiento, depresión y ansiedad a su
corta edad.
En defensa de la
salud.
Bueno, ya identificamos el problema. ¿Qué
hacemos ahora? El tratamiento de la obesidad en la infancia tiene por objetivo
recobrar un peso acorde a la talla y sexo, así como el mantenimiento del mismo.
Suena fácil pero no lo es. Es un trabajo que corre a cargo del niño obviamente,
de los padres, nutriólogo, pediatra, maestros y psicólogos.
1.
La
dieta: una dieta hipoenergética puede reducir el crecimiento del niño además de
generar un trastorno de anorexia o depresión. Lo ideal es una dieta sin
alimentos chatarra, en pequeñas porciones (3 alimentos y 2 o 3 colaciones) que
incluya proteína, carbohidratos simples (frutas, verduras y granos) y un poco
de grasa buena (aguacate, nueces). Recuerde cocinar preferentemente los
alimentos a la plancha, horneados o cocidos. Evite los refrescos (aún los de
dieta) y las bebidas (aún frutales) con azúcar. Prefiera agua simple o con
fruta sin azúcar.
2.
Actividad
física: el control de tiempos para videojuegos y TV puede funcionar pero lo es
más la promoción de un nuevo estilo de vida. Si yo, padre de familia, salgo
todos los fines de semana a algún parque con mi hijo o si yo, madre de familia
todas las tardes salgo a caminar con mis hijos, fomentaré un estilo de vida
activo y dejaremos solito al sofá.
3.
Envíe
a su niño con el lunch escolar preparado y sin dinero extra, eso evitará el
consumo de comida chatarra
NUNCA olvide buscar ayuda profesional para
lograr que su hijo baje de peso. Un buen nutriólogo o un pediatra, mantendrá el
control y salud general de su hijo de forma balanceada.
Finalmente y si usted es el orgulloso padre o
madre de un niño que se encuentra en la percentil 50 de peso y talla o, lo que
es lo mismo, un niño en peso, siga los mismos pasos para evitar que su hijo o
hija suban de peso.
Para mayor información o para un nutriólogo o
pediatra en su zona, no dude en escribirme.
Referencias:
·
Chueca
M, Azcona C, Oyarzábal M. Obesidad infantil Sis
San Navarra 2002; 25(1):127-141.
·
Quizán
Plata T, Álvarez Hernández G, Espinoza López A. Obesidad infantil: el poder de
la alimentación y la actividad física. Ruta
Crítica 2007:11-14.